martes, 16 de marzo de 2010

Catequesis del Padre Nuestro: Sobre las palabras "Que estás en el Cielo"

En temas anteriores, veíamos que Dios es Padre Nuestro, es Padre de Jesucristo, y es Padre de todos. Ahora, veremos cuál es la Casa del Padre a la que pertencemos y debemos volver.

El significado de las palabras“(…)

A) Omnipresencia divina

Dios está en todo el mundo: en todas sus partes y en todas sus criaturas. Mas no se interprete esto como una distribución y presencia local (), sino como una infinita, universal e íntima presencia espiritual. Porque Dios es espíritu puro, y repugna a su esencia divina toda composición y división.

Él mismo dice de sí en Jeremías: Por mucho que uno se oculte en escondrijos, ¿no le veré yo? Palabra de Y ave. ¿No lleno yo los cielos y la tierra? Palabra de Yavé (). Cielos y tierra: todo el universo existente con todas las cosas que en él se contienen. Todo lo ocupa Dios, todo lo abraza con su poder y lo domina con su virtud, sin que por esto esté contenido Él y circunscrito en algún lugar o en alguna cosa. Porque Dios está presente a todos los seres y en todas las cosas, creándolas y conservándolas en su ser creado, pero no limitado por ninguna de ellas, de manera que deje de estar presente en todo lugar por esencia y potencia, según aquella expresión de David: Si subiere a los cielos, allí estás tú; si bajare a los abismos, allí estás presente (Ps 138,8).

B) El cielo, morada de Dios

Dios, pues, está presente en todo lugar y en todas las cosas sin circunscripción ni limitación de ninguna clase. La Escritura, sin embargo, afirma frecuentemente que su morada es el cielo (19). Con semejante expresión quiso el Señor acomodarse a nuestro lenguaje de hombres, para quienes el cielo es la más bella y noble de todas las cosas creadas. El esplendor y pureza luminosa que irradia, la grandeza y belleza sublime de que está revestido, las mismas leyes inmutables que le regulan, hacen que el cielo se nos presente como la sede menos indigna de Dios, cuyo divino poder y majestad cantan constantemente. Por esto afirma la Escritura que en él tiene Dios su morada, sin que por ello dejen de notar los mismos Libros Sagrados con insistente constancia la omnipresencia divina, afirmando expresamente que Dios se encuentra en todas partes por esencia, presencia y potencia.

(…)” (Catecismo Romano de Trento 4ª parte, Cap. 1, IV)

C) “(…) 2794 Esta expresión bíblica no significa un lugar ["el espacio"] sino una manera de ser; no el alejamiento de Dios sino su majestad. Dios Padre no está "fuera", sino "más allá de todo" lo que acerca de la santidad divina puede el hombre concebir. Como es tres veces Santo, está totalmente cerca del corazón humilde y contrito:

Con razón, estas palabras 'Padre nuestro que estás en el Cielo' hay que entenderlas en relación al corazón de los justos en el que Dios habita como en su templo. Por eso también el que ora desea ver que reside en él Aquél a quien invoca (San Agustín, serm. Dom. 2, 5. 17).

El "cielo" bien podía ser también aquellos que llevan la imagen del mundo celestial, y en los que Dios habita y se pasea (San Cirilo de Jerusalén, catech. myst. 5, 11).

2795 El símbolo del cielo nos remite al misterio de la Alianza que vivimos cuando oramos al Padre. El está en el cielo, es su morada, la Casa del Padre es por tanto nuestra "patria". De la patria de la Alianza el pecado nos ha desterrado (cf Gn 3) y hacia el Padre, hacia el cielo, la conversión del corazón nos hace volver (cf Jr 3, 19-4, 1a; Lc 15, 18. 21). En Cristo se han reconciliado el cielo y la tierra (cf Is 45, 8; Sal 85, 12), porque el Hijo "ha bajado del cielo", solo, y nos hace subir allí con él, por medio de su Cruz, su Resurrección y su Ascensión (cf Jn 12, 32; 14, 2-3; 16, 28; 20, 17; Ef 4, 9-10; Hb 1, 3; 2, 13).

2796 Cuando la Iglesia ora diciendo "Padre nuestro que estás en el cielo", profesa que somos el Pueblo de Dios "sentado en el cielo, en Cristo Jesús" (Ef 2, 6), "ocultos con Cristo en Dios" (Col 3, 3), y, al mismo tiempo, "gemimos en este estado, deseando ardientemente ser revestidos de nuestra habitación celestial" (2 Co 5, 2; cf Flp 3, 20; Hb 13, 14):
Los cristianos están en la carne, pero no viven según la carne. Pasan su vida en la tierra, pero son ciudadanos del cielo (Epístola a Diogneto 5, 8-9).” (Catecismo de la Iglesia Católica 4ª parte, 2ª sección, Art. 2, IV)

Meditación:

“Ya que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo donde Cristo está sentado a la derecha de Dios. Tengan el pensamiento puesto en las cosas celestiales y no en las de la tierra. Porque ustedes están muertos, y su vida está desde ahora oculta con Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, que es nuestra vida, entonces ustedes también aparecerán con él, llenos de gloria. Por lo tanto, hagan morir en sus miembros todo lo que es terrenal: la lujuria, la impureza, la pasión desordenada, los malos deseos y también la avaricia, que es una forma de idolatría. Estas cosas provocan la ira de Dios. Ustedes mismos se comportaban así en otro tiempo, viviendo desordenadamente. Pero ahora es necesario que acaben con la ira, el rencor, la maldad, las injurias y las conversaciones groseras.”(Col 3, 1-8)

Reflexionemos: ¿Me he preocupado de llevar una vida que aspire a lo celestial? ¿Me he preocupado para que todos alcancemos el Cielo, velando por la salvación? ¿Mi vida refleja la belleza celestial? ¿Me esfuerzo en que Dios esté presente en mi vida y en el corazón de todos?

Actividad

1. ¿Dónde está Dios?

2. ¿Qué puedo hacer para ser un signo de su presencia?

3. ¿Qué puedo hacer para que mi vida aspire a lo celestial?

Para memorizar

1. ¿Dios es omni-presente?
Respuesta: Sí, lo es.

2. Si Dios es omni-presente, ¿qué significa la sentencia del Padrenuestro "que estás en el Cielo?
Respuesta: Es un signo de Dios en su majestad, y también que Dios está en las cosas bellas y puras, que la Iglesia es el Pueblo de Dios sentado en el Cielo, en Cristo Jesús.

3. ¿A qué nos llama esta sentencia?
Respuesta: Nosotros debemos aspirar a lo celestial, a una cercana relación con Dios, a una búsqueda constante de Él, y ser un signo de su presencia.

4. ¿Cuál es la morada del Padre a la que pertencemos y debemos volver?
Respuesta: Esa morada es el Cielo.

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