martes, 22 de junio de 2010

Catequesis de la Familia: Tener hijos

De Familiaris Consortio

Según el designio de Dios, el matrimonio es el fundamento de la comunidad más amplia de la familia, ya que la institución misma del matrimonio y el amor conyugal están ordenados a la procreación y educación de la prole, en la que encuentran su coronación.(34)

En su realidad más profunda, el amor es esencialmente don y el amor conyugal, a la vez que conduce a los esposos al recíproco «conocimiento» que les hace «una sola carne»,(35) no se agota dentro de la pareja, ya que los hace capaces de la máxima donación posible, por la cual se convierten en cooperadores de Dios en el don de la vida a una nueva persona humana. De este modo los cónyuges, a la vez que se dan entre sí, dan más allá de sí mismos la realidad del hijo, reflejo viviente de su amor, signo permanente de la unidad conyugal y síntesis viva e inseparable del padre y de la madre.

Al hacerse padres, los esposos reciben de Dios el don de una nueva responsabilidad. Su amor paterno está llamado a ser para los hijos el signo visible del mismo amor de Dios, «del que proviene toda paternidad en el cielo y en la tierra».

Sin embargo, no se debe olvidar que incluso cuando la procreación no es posible, no por esto pierde su valor la vida conyugal. La esterilidad física, en efecto, puede dar ocasión a los esposos para otros servicios importantes a la vida de la persona humana, como por ejemplo la adopción, la diversas formas de obras educativas, la ayuda a otras familias, a los niños pobres o minusválidos.(1)

San Marcelino de Champagnant

¿En cuidarlo, proveer a sus necesidades para no dejarle carecer de nada referente al vestido y alimento?

–No.

¿Es enseñarle a leer y escribir, comunicarle los conocimientos que va a necesitar más adelante para administrar sus negocios?

– No.

Sobre la corrección a un hijo

Corregirle vicios y defectos: orgullo, indocilidad, doblez, egoísmo, gula, grosería, ingratitud, desenfreno, robo, pereza, etc.

Ahora bien, todos esos vicios y otros semejantes han de ser ahogados en germen: hay que matar el gusano antes de que llegue a ser víbora, y remediar una indisposición antes de que degenere en dolencia mortal. Cuando asoma un defecto en un niño, basta una reprensión blanda, un castigo ligero para remediar el mal y ahogar el germen nocivo; pero si lo dejáis crecer, se convertirá en hábito que no lograréis corregir, por más que os empeñéis en ello. Los defectos y vicios incipientes a los que no se da importancia y, con tal pretexto, se dejan de reprimir, «son —dice Tertuliano— gérmenes de pecados que presagian una vida criminal».

Las espinas, cuando empiezan a brotar, no pican; las víboras, al nacer, no tienen veneno; sin embargo, con el tiempo, las puntas de las espinas se vuelven duras y afiladas como puñales; y las víboras, conforme van envejeciendo, se hacen más ponzoñosas. Sucede igual con los vicios y defectos de los muchachos: si se les deja crecer y medrar, se convierten en pasiones tiránicas y hábitos criminales que oponen resistencia invencible a cualquier intento de corrección. (2)

Cuando haya que corregir a los hijos deberá tenerse muy en cuenta la educación que han recibido, sus edades físicas y mentales, sus comportamientos y actitudes con la familia, escuela y amistades, sus capacidades intelectuales y físicas, objetivos previstos y realizados, etc.

Toda corrección proviene de una acción u omisión que se ha podido producir queriendo o sin querer. Es obligación de los padres examinar con mucho cuidadazo la acción o la omisión para que la corrección esté en la misma línea de tamaño, intensidad y valor. No se debe matar una pulga con un cañón, ni un elefante con la mano.(3)

El amor a los hijos

Tener un hijo es decir "sí" al Señor.
Tener un hijo es decir "sí" a la vida.
Tener un hijo es decir "sí" al amor.
Tener un hijo es decir "sí" a un consuelo.
Tener un hijo es decir "sí" a la alegría.
Tener un hijo es decir "sí" a una Cruz.
Tener un hijo es decir "sí" a un ser hecho de barro, con aliento divino y lleno de luz.

Ama a tu hijo, cuídalo, edúcalo, sostenlo, abrázalo, escúchalo, mándalo, acarícialo, ve en el a un Tesoro de Dios.

DEO OMNIS GLORIA!

Fuentes:

1: "Familiaris Consortio" II Parte, 14
2: De "Acción Familia", "Educar a un niño es corregir sus malas tendencias"
3: De Catholic.net, "Corregir a los hijos, aplicando las virtudes y valores humanos"

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