jueves, 3 de junio de 2010

Corpus Christi

De la Homilía del Siervo de Dios Pablo VI, en la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre del Señor del año 1978:

"Queridísimos hijos, la solemnidad que hoy celebramos fue querida por la Iglesia, como bien sabéis, para que sus hijos pudiesen tributar al sacramento de la Eucaristía, habitualmente oculto en el recoleto silencio de los sagrarios, ese testimonio público de gozoso reconocimiento, cuya apremiante necesidad no puede menos de sentir todo corazón consciente de la realidad de esta misteriosa presencia de Cristo. Por eso la fe de los cristianos prorrumpe hoy, con sobrio regocijo, en la exultación de oraciones corales y de cantos jubilosos, que se desborda también fuera de los templos, llevando a todas partes una nota de alegría y un anuncio de esperanza."

"Vosotros sabéis el porqué de las dos especies eucarísticas. Jesús quiso permanecer bajo las apariencias del pan y del vino, figuras respectivamente de su Cuerpo y de su Sangre, para actualizar en el signo sacramental la realidad de su sacrificio, es decir, de aquella inmolación en la cruz que trajo la salvación al mundo. ¿Quién no recuerda las palabras del Apóstol Pablo: "Cada vez que coméis de este pan y bebéis de este cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que El vuelva" (1 Cor 11, 26)?

Así, pues, Jesús está presente en la Eucaristía corno "varón de dolores" (cf. Is 53, 3), como "el cordero de Dios", que se ofrece víctima por los pecados del mundo (cf. Jn 1, 29)."

"El Cuerpo y la Sangre del Señor se ofrecen como alimento que nos redime de toda esclavitud y nos introduce en la comunión trinitaria, haciéndonos participar de la vida misma de Cristo y de su comunión con el Padre. No es casual la íntima conexión de la gran oración sacerdotal de Jesús con el misterio eucarístico, come tampoco el hecho de que su apasionada invocación ut unum sint esté situada precisamente en la atmósfera y en la realidad de este misterio."

"La Eucaristía es comunión con El, con Cristo, y por eso mismo se transforma y se manifiesta en comunión nuestra con los hermanos: es invitación a realizar entre nosotros la concordia y la unión, a promoverlo que juntos nos hermana, a construir la Iglesia, que es el místico Cuerpo de Cristo, del cual es signo, causa y alimento el sacramento eucarístico. En la Iglesia primitiva el encuentro eucarístico era la fuente de aquella comunión de caridad, que constituía un espectáculo frente, al mundo pagano. También para nosotros, cristianos del siglo XX, de nuestra participación en la mesa divina debe brotar el verdadero amor, el que se ve, se expande y hace historia."

"¡Hermanos e hijos queridísimos, estrechémonos, pues, en torno al altar! Aquí está presente Aquel que, habiendo compartido nuestra condición humana, reina ahora glorioso en la felicidad sin sombras del cielo. El, que en otro tiempo domeñó las amenazantes olas del lago de Tiberíades, guíe la navecilla de la Iglesia, en la que estamos todos nosotros, a través de los temporales del mundo, hasta las serenas orillas de la eternidad. Nos encomendamos a El, reconfortados por la certeza de que nuestra esperanza no será defraudada."

Comentario propio

Hermanos, a veces caemos y no nos alimentamos del Pan que nos da la fuerza para levantarnos; queremos amor de los hombres y no buscamos el amor ya dado por Jesucristo detrás de las especies eucarísticas; sufrimos y no nos unimos al que lo dejan solo y sufre con nosotros y nos da la alegría; vamos muchas veces a fiestas y no asistimos al Santo Sacrificio; no reconocemos a Jesús como a nuestro mejor amigo, como el amor de nuestras vidas. Cuántas almas eucarísticas se necesitan hoy, que se alimenten para ser fuertes; que se ofrezcan junto al Señor por la salvación y la paz; que dejen que Dios los habite; que quieren expresar ese amor que reciben en la comunión; que dan culto a ese Dios humilde, caritativo, y ofrecido. Hermano, durante estos días ve al Sagrario y entrégate al Señor, y proponte hacerlo semanalmente, verás cómo tu vida se llena del que es Pan de Vida eterna.

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