jueves, 1 de julio de 2010

Nuestro Papa nos habla de la Eucaristía

"En toda su vida pública Jesús, mediante la predicación del Evangelio y los signos milagrosos, anunció la bondad y la misericordia del Padre para con el hombre. Esta misión alcanzó su culmen en el Gólgota, donde Cristo crucificado reveló el rostro de Dios, para que el hombre, contemplando la cruz, pueda reconocer la plenitud del amor (cf. Deus caritas est, 12). El sacrificio del Calvario se anticipa mistéricamente en la última Cena, cuando Jesús, compartiendo con los Doce el pan y el vino, los transforma en su cuerpo y en su sangre, que poco después ofrecería como Cordero inmolado. La Eucaristía es el memorial de la muerte y resurrección de Jesucristo, de su amor hasta el final"

"La santa misa, celebrada respetando las normas litúrgicas y con una adecuada valorización de la riqueza de los signos y de los gestos, favorece y promueve el crecimiento de la fe eucarística. En la celebración eucarística nosotros no inventamos nada, sino que entramos en una realidad que nos precede, más aún, que abraza cielo y tierra y, por tanto, también pasado, futuro y presente. Esta apertura universal, este encuentro con todos los hijos y las hijas de Dios es la grandeza de la Eucaristía: salimos al encuentro de la realidad de Dios presente en el cuerpo y sangre del Resucitado entre nosotros."

"La comunión con Cristo también es siempre comunión con su cuerpo que es la Iglesia, como recuerda el apóstol san Pablo diciendo: «El pan que partimos, ¿no es acaso comunión con el cuerpo de Cristo? Porque todos los que participamos de un solo pan, aun siendo muchos, formamos un solo pan y un solo cuerpo» (1 Co 10, 16-17). De hecho, la Eucaristía es la que transforma a un simple grupo de personas en comunidad eclesial: la Eucaristía hace la Iglesia. Por consiguiente, es fundamental que la celebración de la santa misa sea efectivamente el culmen, la «estructura fundamental» de la vida de toda comunidad parroquial."

"Jesús vino para revelarnos el amor del Padre, porque «el hombre no puede vivir sin amor» (Juan Pablo ii, Redemptor hominis, 10). En efecto, el amor es la experiencia fundamental de todo ser humano, lo que da significado a la vida diaria. También nosotros, alimentados con la Eucaristía, siguiendo el ejemplo de Cristo, vivimos para él, para ser testigos del amor. Al recibir el Sacramento, entramos en comunión de sangre con Jesucristo. En la concepción judía, la sangre indica la vida; así, podemos decir que, alimentándonos del cuerpo de Cristo, acogemos la vida de Dios y aprendemos a mirar la realidad con sus ojos"

"Que la Virgen María acompañe con su intercesión maternal el camino de nuestra Iglesia de Roma. María, que vivió de modo totalmente singular la comunión con Dios y el sacrificio de su propio Hijo en el Calvario, nos obtenga vivir cada vez más intensa, plena y conscientemente el misterio de la Eucaristía, para anunciar con la palabra y la vida el amor que Dios alberga por todo hombre. Queridos amigos, os aseguro mi oración y os imparto de corazón a todos la bendición apostólica. Gracias."

Benedicto XVI
Del Discurso en la apertura de la Asamblea eclesial diocesana
Jun-15-2010
© L'Osservatore Romano Edición Semanal en Lengua Española
Jun-20-2010
Material que he conocido gracias a Secretum meum mihi

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