martes, 21 de septiembre de 2010

Con motivo de la Fiesta de San Mateo, apóstol y evangelista

Hoy la liturgia nos invita a celebrar a San Mateo, quien se convirtió y dejó todo para seguir a Cristo, escribió el Evangelio y algunas tradiciones afirman que fue martirizado en Etiopía.
UNA DE LAS PRIMERAS ATESTACIONES HISTÓRICAS DE LOS EVANGELISTAS

Los apóstoles, que poseían todos de manera igual y cada uno en particular, la Buena Noticia de Dios, se fueron hasta los confines de la tierra proclamando la buena noticia de los bienes que Dios nos envía y anunciando a los hombres la paz del cielo (Lc 2,14). Precisamente Mateo, hizo aparecer en su propia lengua, una forma escrita de evangelio dirigida a los Hebreos, justamente cuando Pedro y Pablo evangelizaban Roma y fundaban allí la Iglesia. Después de su muerte, Marcos, el discípulo e intérprete de Pedro (1P 5,13), también por escrito nos transmitió la predicación de Pedro. E igualmente Lucas, el compañero de Pablo, consignó en un libro el evangelio que éste predicaba. Mas adelante Juan, el discípulo del Señor, el que reclinó su cabeza sobre su pecho (Jn 13,25), publicó también, durante su estancia en Éfeso, el evangelio.

En su evangelio, Mateo nos narra la generación de Cristo como hombre: «Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán: el nacimiento de Jesucristo fue de esta manera» (Mt 1,1-18). Este evangelio presenta pues a Cristo bajo su forma humana; por eso en él Cristo se presenta siempre con sentimientos de humildad y siempre como hombre benigno... El apóstol Mateo sólo conoce a un único y mismo Dios que prometió a Abrahán que multiplicaría su descendencia como las estrellas del cielo (Gn 15,5) y que a través de su Hijo, Jesucristo, nos llama a pasar del culto a las piedras a su conocimiento (Mt 3,9), de manera que «el que no era un pueblo pasa a ser su pueblo, y la que no era amada se convierte en la amada» (Os 2,25 ; Rm 9,25).

De San Ireneo de Lión (hacia 130-hacia 208), obispo, teólogo y mártir: "Contra las herejías", III, 11,8; 9,1

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