sábado, 16 de octubre de 2010

"Primer lugar"


Este hecho es real: una autoridad de rango medio llega a una ceremonia antes que otras de mayor rango protocolar. Pregunta por "su lugar" y el encargado de aplicar la precedencia le dice: "ahí, en segunda fila". El adelantado invitado se molesta e, imperturbable, se sienta en el primer asiento señalando, con ironía: "sáquenme de aquí".

Por supuesto que nadie se atreve.

Segundo hecho, también real: otra autoridad de representación popular no puede asistir a la inauguración de un liceo en una de nuestras comunas. Envía a un asesor para que lo represente. Cuando llega a la ceremonia "exige" que le den el mismo lugar del titular porque él es "su representante". Es más, pide presidir, hablar en la ceremonia y estar por sobre el alcalde anfitrión.

Ambos casos tienen algo en común: la vanidad y la tontería.

Porque el sentido común, que es el soporte fundamental de la urbanidad, obliga a estar disponibles y poner en práctica la humildad.

Quien amenaza ocupando un puesto ya asignado no se respeta a sí mismo. ¡Qué lástima!

En la segunda situación hay que reiterar que nunca los representantes están sobre uno titular. Ejemplo imaginario: un alcalde envía al secretario municipal a una ceremonia de otra comuna a la cual él no podrá asistir. En tal situación, el secretario no ocupará el lugar del titular y no presidirá la ceremonia de la otra comuna si es que hay autoridades, de igual o mayor rango, que su alcalde. ¿Es tan difícil de entender?

Jesús, que sabía de nuestra torva naturaleza y el afán de protagonismo y figuración, dice que cuando seamos invitados a una cena, nos quedemos "en el último puesto", justamente al revés del que se sentó en el primero, porque corre el riesgo de que llegue alguien de mayor rango y tenga que bajar e irse al fondo, "en medio de la vergüenza de los comensales".

Y el Maestro concluye con una propuesta que aún resuena con el mismo brillo de hace 20 siglos: "El que quiera ser el primero, que sea el servidor de todos".

Como para evaluarse.

Ulises Valderrama.

El texto fue tomado del sitio del diario "El Austral" de la región de la Araucanía.

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