viernes, 26 de febrero de 2010

La Oración de María

En este tiempo de Cuaresma, se nos invita a vivir en oración, y aquí propongo el modelo de María, la Madre del Señor.

Aquí se muestran pasajes de la Sagrada Escritura, que se refieren a la oración de María:

“He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra” (Cf. Sn Lc. 1, 38)

a) Sobre las palabras “He aquí”:

Estas palabras, sin muchas dificultades las podríamos reemplazar por “presente”. María presente en el plan de Dios, nos llama a estar presentes en él, a estar presentes para que Dios pueda estar presente en nuestras vidas, a estar presentes para ser un signo de que Dios está presente, a estar presentes para aprender en la “clase de Dios”, a estar presentes: en la presencia de Dios.

b) Sobre las palabras “la esclava del Señor”:

Dios no esclaviza a sus servidores, recordemos que Él los hace hijos suyos. María es quien se autodenomina “esclava”, ¿por qué? Porque Ella sirve al Señor sin esperar nada a cambio, y es quien obedece a todas sus órdenes. A esto nos llama nuestra Madre, a hacer el bien sin esperar algo a cambio, sino que esperamos algo que se nos da por gracia divina, y que lo aceptamos o rechazamos según nuestro comportamiento. Además, existe otra acepción de esclavitud: Rendido, obediente, enamorado. María, rendida, entregada a Dios, y enamorada de Él, nos enseña a quererlo como el Esposo, con quien uno tiene un compromiso, a quien se ama, y a quien se reserva nuestro corazón.

c) Sobre las palabras “hágase”:

La palabra “hágase” es un término de uso divino (que Dios usa), y con esta palabra Dios hace la Creación, Dios hace su obra. (Ver Génesis 1) Pero, en este caso, es una creatura quien la pronuncia, como diciendo “acepto tu obra, Señor”, y esto nos llama a aceptar la obra divina, a aceptar los designios divinos, a decir “sí” a Dios, y a transmitir la Palabra de Dios.

d) Sobre las palabras “en mí”:

Las palabras “en mí” reflejan el deseo de cumplir, o incluso, de encarnar la Divina Voluntad, de que la obra de Dios se haga en uno, a través de la vida que uno lleve.

e) Sobre las palabras “según tu palabra”:

María no dijo “Que esto se cumpla, pero a mi manera”, sino “según tu palabra”, es decir, entregándose completamente en las manos de Dios, así debería ser toda oración: confiada en que Dios hace las cosas mejor que todos, humilde y entregada. María nos enseña a no ser cristianos a medias, sino a servir a Dios con todas el corazón, con todo el alma, con toda la mente y con todas las fuerzas. Recordemos aquella canción que dice “Amar es entregarse, olvidándose de sí, buscando lo que al otro pueda hacerle feliz”, del mismo modo María, se entrega a Dios totalmente, olvidándose de su deseo, buscando lo que al otro pueda hacerle feliz, es decir, la salvación para toda la humanidad, por lo que esta oración es a la vez solidaria.

María alaba a Dios

Magníficat

«Mi alma canta la grandeza del Señor,
Y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi salvador,
Porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz,
Porque el Todopoderoso he hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo!
Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen.
Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón.
Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes.
Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías.
Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia,
Como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre». (Sn Lc. 1, 46-55)

Si vemos el contexto en el cual María recita esta oración, nos daremos cuenta que es una oración misionera, ya que ella va a anunciar a su prima Isabel lo que ha recibido, alentándola con la bondad de Dios para con los humildes; además, desde el comienzo de la oración se habla de proclamar. En esta oración, María nos enseña: a alabar y a dar gracias a Dios, a ser alegres, que Dios mira a los pequeños, que Dios hace obras grandes por nosotros, la santidad del Nombre de Dios, la Misericordia de Dios, a ser misericordiosos, el poder de Dios, el rechazo de Dios a la soberbia, cómo Dios provee a los pobres, a ser solidarios, cómo Dios nos socorre, Dios cumple sus promesas

Se puede ver en esta oración que se hace un paralelo, similar al que hace Jesús entre los bienaventurados y los de los “ayes”:

-Los que temen a Dios, los humildes y los hambrientos.
-Los soberbios, los poderosos y los ricos.

"Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón" (Sn Lc. 2, 19)

Esta es una oración de meditación, una oración de acogida a los misterios divinos (este pasaje está posterior al momento en que los pastores hablan del Niño Jesús lo que habían oído decir al ángel). Nuestra oración debe saborear la Palabra, acogerla, meditarla y ponerla en práctica. María, con un Corazón abierto por la espada (por el dolor de ver a Cristo en la Cruz) y abierto para acoger la Palabra de Dios, nos enseña cómo debe ser el nuestro: Contemplativo de la Pasión del Señor, y abierto a la Palabra.

María en las Bodas de Caná

"Tres días después se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus discípulos. Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: «No tienen vino». Jesús le respondió: «Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía». Pero su madre dijo a los sirvientes: «Hagan todo lo que él les diga». Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una. Jesús dijo a los sirvientes: «Llenen de agua estas tinajas». Y las llenaron hasta el borde. «Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete». Así lo hicieron. El encargado probó el agua cambiada en vino y como ignoraba su o rigen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo y les dijo: «Siempre se sirve primero el buen vino y cuando todos han bebido bien, se trae el de inferior calidad. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento». Este fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él."(Sn Jn. 2, 1-11)

La boda es una alianza, como la de Dios con nosotros. Es una alianza de amor. María es parte de esa Alianza, es la que tuvo que dar la cara por la humanidad para decir "sí", ella es la que tuvo que dar a luz al Esposo, la que tuvo que ser la Madre adoptiva y Maestra de la Esposa. Al igual, nosotros somos parte de esa alianza, y debemos aceptar a Dios en nuestras vidas, a comprometernos con Él, y a dejarnos cuidar por Dios y a quien Él nos dejó por Madre.

El número de la perfección es el siete, y las tinajas son seis, pero Cristo es la séptima tinaja, al que María nos apunta, mostrándonos que la perfección es Él mismo, y la perfección a la que estamos llamados.

De este pasaje, quisiera rescatar:

-María hace una oración de intercesión, una oración fraterna y solidaria, como la Cuaresma.
-María no dice: "Hijo, haz esto", sino "No tienen vino", es decir, poniendo todo en las manos de Jesús.
-María con su oración, hace que Jesús se manifieste. Nosotros debemos pedir para gloria de Dios, no nuestra.

"Todos ellos, íntimamente unidos, se dedicaban a la oración, en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos" (Hch. 1, 14)

María ora con la Iglesia, dándonos ejemplo de la vida en comunidad, y enseñando a los cristianos de todo tiempo que la Iglesia debe ser un Pueblo orante, que deja todo en las manos de su Rey. María nos enseña también a buscar la unidad de los cristianos, para que todos seamos uno, sejún el deseo de Cristo (cf. Sn Jn. 17, 11).

Hacer de nuestra vida una oración

"Mientras Jesús hablaba, una mujer de entre la multitud dijo en voz alta: Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron. Pero Jesús dijo: Más bien, dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la guardan"(Sn Lc. 11, 27-28)

María, más allá de ser la Madre, es la Sierva, como ella misma se reconoce. Es la que acoge lo que dice su Rey y lo obedece. María nos enseña a hacer de nuestra vida una oración, no haciendo una entrega vacía, sino que marque nuestro ser. Para meditar,propongo este texto: "Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí"(Sn Mt. 15, 8), que es una sentencia que nos tiene que cambiar el modo de ser. Ahora, que estamos en Cuaresma, nos proponemos una conversión sincera, no sólo diciendo en Misa: "Confiteor Deo..." o "Kyrie eleison", sino una renovación del Espíitu, como lo señaló la Oración Colecta del día de ayer. Pidámosle a Ella, la llena de gracia, que ruegue para que la gracia divina abunde en nosotros y en los demás.

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