lunes, 8 de marzo de 2010

El rol de la mujer

Queridos hermanos:

Junto con saludar, me gustaría dirigirles el siguiente mensaje, con ocasión del Día Internacional de la Mujer.

Yo soy nacido en Chile, un país que se vio muy marcado por la Santa Fe Católica, y es impresionante ver cómo en este país, la mujer era una verdadera misionera del hogar. Ella enseñaba a rezar a los hijos, los llevaba al templo, les enseñaba valores y se entregaba a ellos ejemplarmente. Ella esperaba al marido y le soportaba todas las ofensas. La mujer durante mucho tiempo fue humillada o mirada en menos. Nuestro Señor Jesucristo incluyó a mujeres entre sus seguidores, y a una mujer, su Madre Santísima, le dejó el cuidado de la humanidad en la Cruz.

Hoy, las cosas han cambiado, pero se ha cambiado el agua de un vaso con un agujero a uno quebrado: Se respeta a la mujer, pero no a su vocación; yo no me opongo al desenvolvimiento laboral de la mujer, pero cuando tiene hijos, y puede mantenerlos con el trabajo del marido, es dejar que ellos se críen por una persona ajena. La madre se ha sustituído por la niñera, y los niños muchas veces comen frente al televisor, perdiendo el sentido de familia y de comunidad. Y otra cosa que no debería pasar, es que muchas veces, por respetar la "dignidad" de la mujer, se termina perdiendo el sentido de la dignidad humana, con el aborto. La mujer debe ser símbolo de vida, no de muerte.

Mujeres, ustedes son el corazón de la humanidad, el de la familia, y el de la Iglesia. Ustedes son las que dan la vida. Ustedes son la imagen viva de los rasgos de ternura de Dios. Mujeres, cuiden su hermoso rol en la familia humana.

Finalmente, me despido con las palabras de Juan Pablo II:

“Te doy gracias, mujer-madre, que te conviertes en seno del ser humano con la alegría y los dolores de parto de una experiencia única, la cual te hace sonrisa de Dios para el niño que viene a la luz y te hace guía de sus primeros pasos, apoyo de su crecimiento, punto de referencia en el posterior camino de la vida.

Te doy gracias, mujer-esposa, que unes irrevocablemente tu destino al de un hombre, mediante una relación de recíproca entrega, al servicio de la comunión y de la vida.

Te doy gracias, mujer-hija y mujer-hermana, que aportas al núcleo familiar y también al conjunto de la vida social las riquezas de tu sensibilidad, intuición, generosidad y constancia.

Te doy gracias, mujer-trabajadora, que participas en todos los ámbitos de la vida social, económica, cultural, artística y política, mediante la indispensable aportación que das a la elaboración de una cultura capaz de conciliar razón y sentimiento, a una concepción de la vida siempre abierta al sentido del « misterio », a la edificación de estructuras económicas y políticas más ricas de humanidad.

Te doy gracias, mujer-consagrada, que a ejemplo de la más grande de las mujeres, la Madre de Cristo, Verbo encarnado, te abres con docilidad y fidelidad al amor de Dios, ayudando a la Iglesia y a toda la humanidad a vivir para Dios una respuesta « esponsal », que expresa maravillosamente la comunión que El quiere establecer con su criatura.

Te doy gracias, mujer, ¡por el hecho mismo de ser mujer! Con la intuición propia de tu femineidad enriqueces la comprensión del mundo y contribuyes a la plena verdad de las relaciones humanas ”.


Bendiciones

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