viernes, 23 de abril de 2010

Salmo 21: Cristo en la Cruz

Ofrzco el salmo 21-según la versión del Libro del Pueblo de Dios-, del que Cristo rezó sus primeras palabras en la Cruz. Me gustaría destacar los siguientes aspectos: la esperanza en medio del dolor, el papel de la madre y el carácter eucarístico y misionero con que termina.

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

¿Por qué estás lejos de mi clamor y mis gemidos?

Te invoco de día, y no respondes,

de noche, y no encuentro descanso;

y sin embargo, tú eres el Santo,

que reinas entre las alabanzas de Israel.

En ti confiaron nuestros padres:

confiaron, y tú los libraste;

clamaron a ti y fueron salvados,

confiaron en ti y no quedaron defraudados.

Pero yo soy un gusano, no un hombre;

la gente me escarnece y el pueblo me desprecia;

los que me ven, se burlan de mí,

hacen una mueca y mueven la cabeza, diciendo:

«Confió en el Señor, que él lo libre;

que lo salve, si lo quiere tanto».

Tú, Señor, me sacaste del seno materno,

me confiaste al regazo de mi madre;

a ti fui entregado desde mi nacimiento,

desde el seno de mi madre, tú eres mi Dios.

No te quedes lejos, porque acecha el peligro

y no hay nadie para socorrerme.

Me rodea una manada de novillos,

me acorralan toros de Basán;

abren sus fauces contra mí

como leones rapaces y rugientes.

Soy como agua que se derrama

y todos mis huesos están dislocados;

mi corazón se ha vuelto como cera

y se derrite en mi interior;

mi garganta está seca como una teja

y la lengua se me pega al paladar.

Me rodea una jauría de perros,

me asalta una banda de malhechores;

taladran mis manos y mis pies

y me hunden en el polvo de la muerte.

Yo puedo contar todos mis huesos;

ellos me miran con aire de triunfo,

se reparten entre sí mi ropa

y sortean mi túnica.

Pero tú, Señor, no te quedes lejos;

tú que eres mi fuerza, ven pronto a socorrerme

Libra mi cuello de la espada

y mi vida de las garras del perro.

Sálvame de la boca del león,

salva a este pobre de los toros salvajes.

Yo anunciaré tu Nombre a mis hermanos,

te alabaré en medio de la asamblea:

«Alábenlo, los que temen al Señor;

glorifíquenlo, descendientes de Jacob;

témanlo, descendientes de Israel.

Porque él no ha mirado con desdén

ni ha despreciado la miseria del pobre:

no le ocultó su rostro

y lo escuchó cuando pidió auxilio»

Por eso te alabaré en la gran asamblea

y cumpliré mis votos delante de los fieles:

los pobres comerán hasta saciarse

y los que buscan al Señor lo alabarán.

¡Que sus corazones vivan para siempre!

Todos los confines de la tierra

se acordarán y volverán al Señor;

todas las familias de los pueblos

se postrarán en su presencia.

Porque sólo el Señor es rey

y él gobierna a las naciones.

Todos los que duermen en el sepulcro

se postrarán en su presencia;

todos los que bajaron a la tierra

doblarán la rodilla ante él,

y los que no tienen vida

glorificarán su poder.

Hablarán del Señor a la generación futura,

anunciarán su justicia a los que nacerán después,

porque esta es la obra del Señor.

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