miércoles, 21 de julio de 2010

Catequesis de la familia: la Caridad y la familia

De la Epístola del Apóstol San Pablo a los cristianos de Éfeso (Ef. Cap. 5, vs 21-25)

Sométanse unos a otros, por reverencia a Cristo. Esposas, sométanse a sus esposos, como al Señor. Porque el esposo es cabeza de su esposa, así como Cristo es cabeza de la Iglesia, el salvador del cuerpo. Así como la Iglesia se somete a Cristo, también las esposas deben someterse a sus esposos en todo. Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella,

¿Qué es la caridad?

La caridad, en fin, pone también su nota – y se puede decir que la nota dominante – en la canción de la primavera, porque es sobre todo un himno de amor. El verdadero y puro amor es el don de sí mismo; es el anhelo de difusión y de donación total, que es esencial a la bondad, y por el que Dios, Bondad infinita, Caridad sustancial, se movió a efundirse en la creación. Esta fuerza ex-pansiva del amor, es tan grande que no admite límites. Como el Creador ama desde la eternidad a las criaturas que Él quiere, por una aspiración omnipotente de su misericordia, llamar en el tiempo de la nada al ser: “In caritate perpetua dilexi te; ideo attraxi te, miserans”1; así el Verbo encarnado, venido en medio de los hombres, “cum dilexisset suos, qui erant in mundo, in finem dilexit eos”2, habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo, les amó hasta el fin. (1)

¿Cómo el Señor nos da un ejemplo de caridad?

Dios nos ha amado primero, dice la citada Carta de Juan (cf. 4, 10), y este amor de Dios ha aparecido entre nosotros, se ha hecho visible, pues « Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él » (1 Jn 4, 9). Dios se ha hecho visible: en Jesús podemos ver al Padre (cf. Jn 14, 9). De hecho, Dios es visible de muchas maneras. En la historia de amor que nos narra la Biblia, Él sale a nuestro encuentro, trata de atraernos, llegando hasta la Última Cena, hasta el Corazón traspasado en la cruz, hasta las apariciones del Resucitado y las grandes obras mediante las que Él, por la acción de los Apóstoles, ha guiado el caminar de la Iglesia naciente.(2)

¿Cómo se da esta virtud dentro de la familia?

En los esposos: entregándose completamente a su cónyuge, mostrándose afecto, dedicándose tiempo, donándose mutuamente el cuerpo y el alma, rezando juntos, respetándose, y soportando algunas cosas.

En el padre: entregándose completamente a los hijos, trabajando por ellos, dándoles de su tiempo libre e icluso del tiempo que tenen ocupado,precoupándose de educarlos y corregirlos, dándoles lo esencial para vivir, demostrándole afecto.

En la madre: entregándose completamente a los hijos, sirviendo en el hogar por ellos-y en aglunos casos, también trabajando-, dándoles el calor de hogar, entregándoles la ternura de una mujer, el afecto que produce el haberlos tenido 9 meses en su vientre, y educándolos.

En el hijo: entregándose completamente a los padres, obedeciéndolos, respetándolos, agradeciéndoles, mostrando acitudes de compromiso con ellos, ayudándolos en algunos quehaceres, y mostrándoles afecto.

En el hermano (o hermana): entregándose completamente al hermano, siendo unido con él, escuchándole, respetándole, ayudándole, y dedicándole tiempo.

¿Que ejemplo de caridad familiar femenino tenemos?

En María encontramos el afecto más puro, santo y fiel, hecho de sacrificio y de atenciones delicadas, a su santísimo esposo: en Ella la entrega completa y continua a los cuidados de la familia y de la casa: en Ella la perfecta fe y el amor hacia su hijo divino: en Ella la humildad que se manifestaba en la sumisión a José, en inalterable paciencia y serenidad, frente a las incomodidades de la pobreza y de trabajo, en la plena conformidad a las disposiciones, con frecuencia arduas y penosas, de la Divina Providencia, en la dulzura del trato y en la caridad hacia todos aquellos que vivían junto a los santos muros de la casita de Nazaret.

He aquí, amados hijos, hasta qué punto debéis llevar vuestra devoción a María si queréis que ella constituya una fuente siempre viva de favores espirituales y temporales y de verdadera felici-dad: favores y felicidad que Nos pedimos para vosotros a la Santísima Virgen y de los cuales os damos una prenda en Nuestra paternal Bendición.

Referencias:
1: S.S. Pío XII, Siervo de Dios
2: Deus caritas est,17-S.S. Benedicto XVI
3: S.S. Pío XII, Siervo de Dios

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