sábado, 31 de julio de 2010

De S.S. León XIII

Extraído de la Encíclica "Augustissimae Virginis Mariae"
-Cuanto interese fomentar constantemente el culto de la Augustísima Virgen María y promoverle cada día con más esfuerzos en privado y en público, fácilmente echará de ver cualquiera que consigo mismo considere el grado altísimo de dignidad y gloria a que ha sido elevada por el Señor. Desde el principio de los siglos la destinó para ser Madre del Verbo que había de tomar carne humana; y por lo tanto de tal manera la distinguió entre todos los seres que existían más hermosos en los tres órdenes de naturaleza, gracia y gloria, que con razón la Iglesia, ha aplicado a Ella ellas palabras: "Yo salí de la boca del Altísimo, engendrada antes que existiese ninguna criatura" (Eccli 24,5). Mas luego que comenzaron los siglos, caídos en la culpa original nuestros primeros padres, e inficionados con la misma mancha todos sus descendientes, fue constituida como prenda restauradora de la paz y de la salvación.
-Conociendo que, por lo avanzado de Nuestra edad, no la hemos de tener muy larga, no podemos menos de reiterar a todos y a cada uno de Nuestros hijos en Jesucristo, para dejarles como testamento, las últimas palabras del mismo cuando estaba pendiente de la Cruz: "Ahí tienes a tu Madre". Y Nos consideramos plenamente satisfechos, si con Nuestras exhortaciones consiguiéremos, que cada uno de los fieles nada tenga más arraigado, nada mire con más amor como al culto de María, y que Nos fuere permitido aplicar a cada uno las palabras de San Juan que escribió de sí mismo: "y desde aquel punto encargóse de ella el discípulo, y la tuvo consigo en su casa" (Jn 19,27).

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