sábado, 13 de noviembre de 2010

La libertad de los hijos de Dios

Dijo alguna vez el santo chileno, Alberto Hurtado Cruchaga: "¡Soy libre! Mi gran título de honor; el privilegio del hombre, del ángel y de Dios. En la creación material ningún otro ser es libre. Todos ellos llegan a su fin necesariamente. Nosotros no. Tenemos ley, la conocemos, tenemos fuerza para observarla. De nosotros depende su observancia o inobservancia. La libertad es la más grande perfección de todo el universo." Y nosotros nos podríamos preguntar: ¿cómo gloriarse en la libertad, si ella nos permite robar, matar, cometer adulterio? Y lo que ocurre es que hay que darle un sentido.

Para empezar, según la Sagrada Doctrina, ¿qué es la libertad?

La libertad es el poder dado por Dios al hombre de obrar o no obrar, de hacer esto o aquello, de ejecutar de este modo por sí mismo acciones deliberadas. La libertad es la característica de los actos propiamente humanos.

Ahora, ¿realmente la libertad nos permite hacer el mal o nosotros abusamos de la libertad para hacerlo?

Cuanto más se hace el bien, más libre se va haciendo también el hombre. La libertad alcanza su perfección cuando está ordenada a Dios, Bien supremo y Bienaventuranza nuestra. La libertad implica también la posibilidad de elegir entre el bien y el mal. La elección del mal es un abuso de la libertad, que conduce a la esclavitud del pecado. (Catecismo de la Iglesia Católica # 1776-1780-1795-1797)

Si Dios nos hizo libres, ¿qué sentido tiene que Él mismo haya dictado los 10 Mandamientos?

Uno de los factores que le da un toque distinto a la Nueva Ley de Dios, es que esta no se basa en el legalismo, sino en la filiación divina; y como dice San Pablo: los hijos somos libres, no así los esclavos. Los 10 Mandamientos deben cumplirse en ese msimo espíritu: no es lo mismo honrar padre y madre por ser una orden, que por ser agradecido con Alguien que me nos dio una familia con mucho amor. Los 10 Mandamientos le dan orden a la libertad: deja que la libertad sea ordenada, y el orden será libre. El Decálogo nos invita a la felicidad-que va de la mano de la libertad-, de vivir en armonía con el Señor, con los demás, y con uno mismo.

¿Qué es el libertinaje?

El libertinaje es el abuso de la libertad, que la deforma y degenera.

DEO OMNIS GLORIA!

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