martes, 23 de marzo de 2010

Catequesis del Padre Nuestro: Sobre las palabras "Santificado sea tu Nombre"

El Nombre de Dios

En el pensamiento Judío, el nombre no es una designación arbitraria o un grupo de sonidos. El nombre nos dice la naturaleza, la esencia, la historia de aquel que es designado con él.(1) Asimismo, el Nombre de Dios representa la esencia de Dios, la historia de Dios. Dios ante la pregunta de Moisés se revela a sí mismo como “Yo soy el que soy”, un nombre raro, podríamos decir. Pero más allá, ese “Yo soy el que soy” nos hace pensar que en Dios tenemos nuestra existencia(2), y en Él debemos tener nuestro ser. Sin embargo, la esencia de Dios se puede aclarar al preguntarnos “¿Cómo es Dios?”, ante lo que Jesucristo el Señor responde con otro nombre: “Padre”, este es el Nombre de Dios, la esencia del Creador, un Dios de amor y ternura, de misericordia y de justicia, cercano y paciente.

Significado de las palabras

A) Extensión del reino de Dios en el mundo:

Deseamos y pedimos que su nombre sea más conocido y se difunda entre las gentes; que se extienda su reino y que las almas y los pueblos se sometan cada día más a su divina voluntad. Tres cosas-nombre" reino y obediencia-totalmente extrínsecas a la íntima esencia de Dios; de manera que a cada una de estas tres peticiones pueden aplicarse y unirse perfectamente las palabras añadidas en el Padrenuestro únicamente a la última: Así en la tierra como en el cielo.

(…)

Ni a Dios ni a su santo nombre puede añadírsele santidad alguna que no posea ya desde toda la eternidad. Pedimos, sin embargo, que sea santificado el nombre de Dios para significar que deben los hombres honrarlo y exaltarlo con alabanzas y plegarias, a imitación de la gloria que recibe de los santos en el cielo; que deben cesar de ofenderle con ultrajes y blasfemias; que el honor y culto de Dios debe estar constantemente en los labios, en la mente y en el corazón de todos los hombres, traduciéndose en respetuosa veneración y en expresiones de alabanza al Dios sublime, santo y glorioso.

(…)

B) Universalidad del Bautismo

(…)

Esto pedimos también cuando rezamos: Santificado sea tu nombre: que la humanidad entera, arrancada de las tinieblas del paganismo, sea iluminada con el esplendor de la verdad divina y reconozca el poder del nombre del verdadero Dios, alcanzando en él su santidad; y que en el nombre de la Trinidad santísima-mediante la recepción del bautismo-obtenga la redención y la salvación.

C) Conversión de los pecadores

Y hemos de pensar también, al repetir estas palabras, en aquellos que por el desorden del pecado perdieron la santidad e inocencia bautismal, recayendo bajo el yugo del espíritu del mal (2). Deseamos y pedimos que en ellos se restablezca la alabanza del nombre de Dios, de manera que, mediante una sincera conversión y confesión de sus culpas, restauren en sus almas el primitivo y espléndido templo de inocencia y santidad.

D) Reconocimiento de los dones divinos

Pedirnos, además, a Dios que infunda su luz en todas las mentes, para que los hombres tengan conciencia de que todo buen don y toda dádiva perfecta viene de arriba, desciende del Padre de las luces (Jb 1,17). Todo don: la templanza y la justicia, la vida y la salud, los bienes del alma y los del cuerpo, los auxilios externos para la vida y la salud. Todo desciende de Dios; todo, por consiguiente, debe referirse a Él y servirle (3).

(…)

E) Santidad de la Iglesia

Notemos, por último, que estas palabras: Santificado sea tu nombte, incluyen un reconocimiento de la función y misión sobrenatural de la Iglesia, la Esposa de Cristo. Porque sólo en ella ha establecido Dios los medios de expiación y purificación de los pecados y la fuente inagotable de la gracia: los sacramentos saludables y santificadores, por los que, como por divinos acueductos, derrama Dios sobre nosotros la mística fecundidad de la inocencia. Sólo a la Iglesia y a cuantos abriga en su seno y regazo pertenece la invocación de aquel nombre divino, el único que nos ha sido dado bajo el cielo, entre los hombres, por el cual podamos ser salvos ().

(…) La vida del cristiano como alabanza de Dios

Es obligación del cristiano, hijo de Dios, alabar el santísimo nombre de su Padre, no sólo con ruido de palabras, sino también, y sobre todo, con el esplendor de una auténtica vida y conducta cristiana. (…)” (3)

Meditación:

Salmo 8

¡Señor, nuestro Dios, qué admirable es tu Nombre en toda la tierra! Quiero adorar tu majestad sobre el cielo: con la alabanza de los niños y de los más pequeños, erigiste una fortaleza contra tus adversarios para reprimir al enemigo y al rebelde. Al ver el cielo, obra de tus manos, la luna y las estrellas que has creado: ¿qué es el hombre para que pienses en él, el ser humano para que lo cuides? Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y esplendor; le diste dominio sobre la obra de tus manos, todo lo pusiste bajo sus pies: todos los rebaños y ganados, y hasta los animales salvajes; las aves del cielo, los peces del mar y cuanto surca los senderos de las aguas. ¡Señor, nuestro Dios, qué admirable es tu Nombre en toda la tierra!

Reflexionemos: ¿Me preocupo de la extensión del Reino de Dios en el mundo y de la conversión de los pecadores? ¿Me preocupo de que los que no han recibido el Bautismo, lo reciban? ¿Aprovecho los medios de santificación, presentes en la Iglesia? ¿Con mi vida alabo a Dios? ¿Reconozco los dones divinos?

Para memorizar:

¿Qué representa el nombre en la cultura judía?
Representa la esencia y la historia de una persona.

¿Cuál es el Nombre de Dios?
El Nombre de Dios es "Padre".

¿Qué significan las palabras "Santificado sea tu Nombre"?
Detrás de éstas palabras se encuentra: la extensión del Reino de Dios en el mundo, la universalidad del Bautismo, la conversión de los pecadores, el reconocimiento de los dones divinos, la santidad de la Iglesia, y la vida del cristiano como alabanza a Dios. Y nosotros debemos hacer relidad este deseo.

¿Desde dónde nos espera nuestro Padre?
Desde el Cielo.

¿Qué significan las palabras "Padre Nuestro"?
Significan que Dios es nuestro Padre, que nosotros somos sus hijos, y que todos somos hermanos.

1: De EWTN en español: Ir al sitio
2: Está oraión fue tomada de una homilía del P. Jaime Villalobos (Temuco).
3: Del Catecismo Romano de Trento

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